domingo, 28 de octubre de 2012

VINO FALERNO II

La semana pasada hablamos sobre la etimología y las peculiaridades del vino de Falerno. En esta ocasión nos centraremos en los tipos de falerno y sus usos.

Eran varios los tipos de falerno que se producían.

 Según Galeno había dos, uno tinto dulce y otro pajizo que era seco. Estas diferencias se deben al viento del sur durante la época de la vendimia. Ateneo, I, 26, d:”Hay dos variedades, el seco y el dulce; éste se vuelve así cuando soplan vientos del sur en la época de la vendimia, por lo que también resulta más oscuro. Por el contrario, el que no se vendimia en esas condiciones es seco y pajizo de color”

No obstante, Plinio HN, XIV, 8, 62 hace referencia a tres variedades:”Otro tipo es el perteneciente al distrito de Falerno, y en lo particular a la finca de Fausto por la atención prestada en su cultivo, pero la reputación de este distrito también está pasando de moda por culpa de prestar más atención a cantidad que a la calidad. El distrito Falerno comienza en el puente de Campania al girar a la izquierda para llegar a la Colonia Urbana de Sila, adjunto a Capua, y la finca Fausto comienza alrededor de cuatro kilómetros de la aldea de Caedicium, que está aproximadamente a seis millas de Sinuessa. Ningún otro vino tiene un rango más alto en la actualidad. Es el único vino que prende cuando una llama se le aplica. Tiene tres variedades una seca (austerum), una dulce y el otro un vino tenue. Algunas personas distinguen tres cosechas: Cauciniana que crece en la parte superior de la colina, Faustiana medio camino para arriba, y en Falerniana en la parte inferior. Tampoco debe omitirse que ninguna de las uvas que producen el famoso vino son agradables para comer”

Con respecto a sus usos hemos de destacar dos: el culinario y el medicinal.

Su uso culinario, evidentemente, solía ser degustado a lo largo de la  prima mensa o plato fuerte de la cena, en el que se servían las aves (tordos, perdices, lirones, tórtolas, pollos, etc.), carnes (cordero, cabrito, cerdo, jabalí, etc.) y pescados (salmonetes, anguilas, lenguados,...).

Siguiendo la costumbre griega, tomaban el vino mezclado con miel para aportarle más dulzor, así lo leemos en Macrobio, Saturnalia, VII, 12, 9: “si quieres lograr una excelente mezcla de vino y miel, debes mezclar miel fresca del Himeto y vino añejo de Falerno”

En el mismo sentido habla  en Horacio, Sátiras, II, 2, 15- 16: “No bebas más que miel del Himeto diluida en Falerno”

Horacio, Sátiras, II, 4, 24:”Aufidio solía mezclar miel con Falerno fuerte: mal, porque en venas vacías no conviene meter nada que no sea cosa suave.”

Marcial, XI, 50, 7: “Mieles de Ática, vosotras enturbiáis el Falerno como néctar; esta bebida merece ser escanciada por Ganímedes.”

Y también con agua, Marcial, I, CVL: “A menudo echas agua al vino, Rufo, y si un íntimo amigo te invita a beber, como cosa extraordinaria bebes una onza de Falerno muy aguado. ¿Es que Nevia te ha prometido una noche feliz y prefieres delicias ya sabidas de seguros asaltos? Mas suspiras, callas, gimes. Es que ella no ha querido. Ya puedes entonces hacer repetidas libaciones y ahogar las penas en vino puro. ¿A qué preocuparse?  Preciso te será dormir.”

Horacio, Odas. II, XI, 13-20: “¿Por qué, recostándonos bajo un esbelto plátano, o bajo este mismo pino, así, de cualquier manera, no ceñimos con rosas olorosas nuestros canos cabellos y, mientras aún podemos, perfumados con nardo asirio, bebemos?[...] ¿quién será, muchacho, el primero en apagar esta copa de ardiente falerno con el agua que corre en abundancia?”


Al ser un vino de gran calidad se utilizaba también para mezclas, de manera que un vino de mala calidad podía llegar a ser mejor al combinarlo con las heces del Falerno por tratarse de un caldo con altas propiedades. Los ejemplos más conocidos eran unir uno duro y aromático con otro más suave, ligero y sin aroma como los vinos de Heraclea y Eritrea o el áspero Falerno con el ligero de Quíos.

De ello nos hablan muchos autores clásicos:

Horacio, Sátiras, I, 10, 24:”Mas la charla que armoniza ambas lenguas es más suave que mezclar un Quíos con un Falerno”

Marcial, I, 18: “¿Cómo puede gustarte, Tuca, mezclar el viejo Falerno y el mosto reservado en tinajas del Vaticano? ¿Es que los malos vinos te han hecho algún gran favor? ¿O es que te hicieron algún mal los mejores caldos?  Para mí la cosa es sencilla: es un crimen degollar el Falerno y agregar tóxicos mortales al vino de Campania.  Puede que tus convidados merezcan la muerte, pero no un ánfora tan preciosa.”

Pero sabemos un uso curioso que nos cuenta Horacio, Sátiras, II. 4, 19: “Si te sorprende de repente un huésped por la tarde, para que la dura gallina no se le resista al paladar, serás de los entendidos ahogándola viva en mosto Falerno”

Con respecto a su uso médico podemos leer en Dioscórides, V, 6, 6: El que parece ser el primer vino de los de Italia, el llamado ‘falerno’ (Phalerînos), cuando se ha hecho añejo es de muy fácil digestión, hace recuperar el pulso, retiene el vientre y es estomacal, pero inadecuado para la vejiga, debilitador de la vista, y no conveniente beberlo en abundancia”.

Y Plinio, XXII, 43, 87  que habla del uso del vino para paliar el mal olor de axilas:”se corrige al hervir una onza de la raíz de scolymus, con tres heminas de vino Falerno. Se toma en ayunas después del baño y de nuevo después de la comida, una dosis de un cyathus durante un tiempo. Jenócrates asegura un resultado extraordinario, pues se ha demostrado que el mal olor pasa fuera de las axilas por medio de la orina

 Además de otros usos médicos:” En el pasado hubo una fuerte preferencia por el vino de Sorrento, seguido del de Albano o Falerno… pero hay que recordar que los vinos comienzan a adulterarse tan pronto son vertidos en las cubas. En consecuencia, el pensamiento más común hoy en día es que el mejor vino es el libre de impurezas… Si alguien hace hincapié también en la prueba de la edad, el Falerno es saludable cuando es no demasiado nuevo ni demasiado viejo, su mediana edad comienza cuando tiene quince años. Tomado como una  bebida fría es bueno para el estómago, pero con agua caliente no lo es. Para la tos crónica y asimismo, para las altas fiebres se ingiere con gran beneficio con el estómago vacío. Ningún vino acelera tanto la acción de las venas. Astringente a los intestinos, pone carne en el cuerpo. Se cree que este vino perjudica la visión y no es beneficioso para los nervios o ni para la vejiga” (Plinio, HN, XXIII, 20, 33- 35)

Tras la erupción del Vesubio las vides quedaron sepultadas y, pese a su nueva plantación con el paso de los años, el Falerno perdió su alto rango.

Para finalizar acudimos a  Silius Italicus, Punica, VII, 162 y ss  que narra una leyenda sobre el origen del vino falerno, que fue llevado a la Campania directamente por el dios Baco en agradecimiento por la hospitalidad de un pobre hombre de esta región llamado Falerno: “Aníbal…se dirigía a devastar Campania. Apenas había entrado en el rico campo Falerno, tierra fértil que nunca ha engañado al agricultor, los viñedos por las manos enemigas, estaban reducidos a cenizas.
Baco, no nos está permitido callar aquí tus beneficios. Cuán grande que sea el motivo de mis cantos, recordaré que es a ti a quien se debe el zumo sagrado de Falerno, cuyas vides,  cargadas de racimos, producen este néctar que pone sus prensas en un alto rango.  El pámpano entrelazado todavía no proyectaba su sombra en las campiñas, entonces sin follaje. Acostumbrados a saciar su sed en una fuente o en las orillas de un río, los hombres no sabían hacer su brebaje más agradable… El feliz azar llegó a estos lugares, al pedir hospitalidad cuando se dirigía  a la orilla de Calpes…Este dios no se avergüenza de entrar en una pobre choza ni de llamar a una puerta humilde. Falerno lo recibe en su cabaña ahumada, y le pone una mesa delante del hogar, al uso de estos tiempos cuando reinaba la pobreza, feliz de recibir a un extranjero  sin saber que era un dios. Tan hospitalario como sus padres, le sirve con una diligencia alegre,…aporta todo lo típico de los días de fiesta: alimentos en canastas, frutas húmedas de rocío, que se apresura a ir a recoger en su jardín regado con agua clara, a esto une leche, panales, los dones de Ceres; pero no mancha su mesa con la sangre de ningún animal. Comienza por ofrecerle a Vesta las primicias de todos estos platos, y las echa en medio de las llamas. Halagado por las atenciones del anciano, no quisiste, Baco que tu licor faltara en esta mesa. De repente las copas de haya, al gran asombro de tu huésped, se llenan de un vino humeante; es el precio de la hospitalidad del pobre. Un licor rojo  fluye de los vasos groseros que servían para recibir la leche y, en el roble cavado en forma de copa, el racimo destila un vino de un perfume delicioso.
"Acepta, dijo Baco, los dones que no te fueron conocidos y que harán un día famoso el nombre de Falerno, que en lo sucesivo cultivará la vid”. Entonces el dios se dio a conocer. Una corona de hiedra ciñó su frente, sus cabellos cayeron en rizos sobre sus mejillas, una copa ancha apareció suspendida de su mano derecha y una vid que descendía de su tirso verdoso, abrazó la mesa de su follaje báquico.
Y tú, Falerno, no te resistes a los encantos del alegre licor: después de beber varias copas, te ríes, tropiezas, tu lengua espesada se agita, la cabeza se aturde con humos de Baco, y  sólo puedes agradecer al dios balbuceando palabras inarticuladas. El sueño, el compañero del dios, viene para cerrar por fin tus párpados vencidos. Tan pronto como el aliento de los caballos del sol evapora el rocío, Másico aparece cubierto a lo lejos de vides florecientes, asombrado de llevar estos nuevos follajes y estos racimos que se colorean a los rayos del sol. Esta será su gloria; y desde este tiempo el rico Tmolus, la ambrosía de las copas azucaradas de Ariusia, el vigoroso Methymna cedieron a las prensas de Falerno.
Aníbal devastaba entonces esta comarca, y llevaba por todas partes el estrago. Deseaba con ansia teñir su espada de sangre…”

Preciosa leyenda

Plurimam salutem! 



 *Imágenes propias
 

domingo, 21 de octubre de 2012

VINO DE FALERNO I


Uno de los vinos más famosos del mundo romano era el de Falerno. Venerado y citado en numerosas fuentes clásicas en esta ocasión vamos a centrarnos en él para conmemorar así la llegada de la temporada de vendimia.

Comenzaremos por su NOMBRE que bien nos comenta Isidoro, Etimologías, XX, 3, 6: “su denominación procede de Falerno, región de Campania, en donde se elaboran unos vinos de gran calidad”
La primera mención de este vino se encontró en la inscripción de un ánfora fechada con el año 102 a.C que decía   “fal mas”, es decir, Falernum Massicum.

Se trataba de un vino producido en la región de Campania (cerca de Nápoles), en el antiguo monte Falerno, donde se asentó la tribu Falerna, conocido también como el monte Másico, así nos lo dice Marcial, Xenia, cuando habla del vino de Falerno: Este Másico ha venido de las prensas de Sinuesa. ¿Preguntas bajo qué cónsul se envasó?  Aún no existía.”

En el mismo sentido podemos leer en otros autores:

 Horacio, Odas, I, 20, 9: Tú beberás el vino Cécubo, y el sano jugo de las uvas que ha exprimido una prensa de Galeno. En cuanto a mí, los caldos de mis copas nada deben a las viñas de Falerno ni a las colinas de Formio”

Varrón, De agricultura. I, 2, 5: “Por otro lado, ¿qué productos útiles existen que no crezcan en Italia, e incluso a la perfección? ¿Qué espelta voy a comparar a la Campania, qué al trigo de Apulia, qué vino de Falerno,…?”

Plinio, HN, XIV, 4, 38:Del territorio de Falerno nace el  famoso vino llamado Falerno”

Sigamos con las CARACTERÍSTICAS de este caldo.

Sabemos por las fuentes clásicas que era uno de los vinos más apreciados en los banquetes romanos. Era un vino de crianza, de gran cuerpo y aspereza.  Un vino descrito con estas cualidades “ardens, forte, thermos, severum et oinodes”.

Este vino se extraía principalmente de la uva tinta llamada aglianico procedente del mundo griego y que llegó a Italia entre los siglos VII al VI a.C. De ella hay referencias en Homero, Ilíada, XVIII, 561:”Representó también un villa muy cargada de uvas, bella, áurea, de la que pendían negros racimos y que de un extremo a otro sostenían argénteas horquillas”

Su vendimia era tardía, finales de septiembre-octubre, cuando la uva ya estaba muy madura, lo que le proporcionaría una graduación elevada, con el consecuente peligro: “es el único vino que prende cuando se le aplica una llama”,  según afirmaba Plinio el Viejo.

Era calificado con el adjetivo de “inmortal”, debido la estima que se le tenía. Marcial, Epigramas, IX, 93: “¿Por qué te retrasas, muchacho, en escanciar el inmortal Falerno? Duplica tres copas de un cántaro más antiguo. Ahora dime: ¿Quién será el dios en cuyo honor te ruego, Cataniso, que me sirvas seis ciatos? “Será César”

Marcial, Epigramas, XI, 36: “Escancia el inmortal Falerno; tales votos reclaman un cántaro de vino viejo. Bebamos cinco, seis y ocho vasos para que sea completo el nombre de Cayo Julio Próculo”

Tras la lectura de Plinio HN, XIV, 16, 95 se deduce la importancia que tuvo este vino, pues era servido en momentos especiales, hecho que nos hace pensar sobre su elevado precio del que hablaremos después:”Y, además, hizo César, siendo dictador, en el banquete de celebración de su triunfo hizo repartir en cada mesa una jarra de vino de Falerno. César también Falerno en su triunfo sobre Hispania, incluso en el banquete durante su tercer consulado él sirvió Falerno junto al de Quíos, de Lesbos y Mamertino: esto es conocido por ser la primera ocasión en que cuatro tipos de vino se servían”

Varrón, De agricultura. I, 65 menciona también su valor:Hay diferentes  vinos, el vino de Falerno, por ejemplo, es  más valioso cuando tiene muchos años e incluso más que los han mantenido en reserva”

Evidentemente no todos podían permitirse el lujo de servir este vino por lo que debían acudir a otros más económicos. Horacio, Odas. I, XX, 8-11 nos lo muestra: “Luego tú continuarás bebiendo cécubo y uva pisada en una prensa calena: mis copas, en cambio, no las llenan ni las vides filtradas de Falerno ni tampoco las colinas de Formias”.

Y la misma idea la vemos en el epigrama de Marcial, X, 36: “Todo lo que encierran las ahumadas bodegas de esta falsificadora Marsella, los cántaros que adquirieron solera gracias al fuego, viene regalado por ti, Numa: envías estos crueles venenos a tus desdichados amigos a través de los mares, por larguísimos caminos; y no por un precio módico, sino por lo que quedaría muy satisfecho un jarro de Falerno o de Setia codiciado de la bodega que lo guarda. Me parece ya saber por qué no vienes a Roma después de tanto tiempo: es que no quieres beber tus vinos.”


Con respecto al precio según comentamos antes, era muy elevado. Si acudimos al edicto de Diocleciano sabemos que un sextarius de vino de Falerno costaba 30 denarios. Otro testimonio que ratifica este dato es un grafiti encontrado en la taberna de Hedone de Pompeya, que decía: "Puedes tomar una bebida aquí por solo una moneda (as). Por dos, un vino mejor y por cuatro monedas, uno de Falerno”

Una de las características distintivas de este vino era el tiempo de crianza. Sobre sus años de elaboración leemos lo siguiente en Macrobio, Saturnalia, II, 3, 2 comentando una cena de Cicerón en casa de Damasipo: “Bebed este falerno; tiene cuarenta años”, “Lleva bien su edad, replicó Cicerón”

Petronio, Satiricón, 34, 6 también hace mención de sus años de crianza:”A continuación traen dos ánforas de cristal cuidadosamente selladas, de cuyo cuello pendía una etiqueta  que decía: «Falerno Opimiano de cien años”. Mientras leemos los títulos, Trimalción da unas palmadas con sus manos    y dice: “¡qué pena!, ¡el vino vive más tiempo  que el hombre! Por tanto a beber como esponjas. El vino es la vida. Os doy verdadero Opimiano. Ayer no lo puse tan bueno, aunque los invitados eran mucho más distinguidos.”

Esa madurez que le caracterizaba fue reseñada varias veces por Horacio,  Sátiras II, 2, 115: “Si con mil tinajas  -mejor trescientas mil- de vino de Quíos y añejo Falerno en la bodega, bebiera acre vinagre”

Horacio, Odas, II, 3:” ¡Bien hayas vivido tina pertinaz tristeza, ya en los días festivos, tumbado en lejana pradera, hagas tu felicidad con un Falerno de añeja solera!”

No obstante, Galeno pide para él un envejecimiento largo de no menos de diez años, pero que no tenga tampoco demasiados, pues las consecuencias eran producir dolor de cabeza y alterar los nervios a los que lo consumían. Ateneo, I, 26, c:Según Galeno, el vino de Falerno está listo para beber pasados diez años, y (en su plenitud) desde los quince hasta los veinte; el que sobrepasa este tiempo produce dolor de cabeza y ataca el sistema nervioso”.

Cicerón, Brutus, 287 comenta la importancia de los años de crianza: Como un hombre que no volvería a escoger su vino tan nuevo como haber sido repudiado en la cosecha anterior, ni tan excesivamente viejo como para datar su edad desde el consulado de Opimio [121 a.C] o Anicio [160 a.C]. 'El último', que va a decir, 'tiene el precio más alto.' - Muy probable, pero cuando se tiene demasiada edad, pierde ese sabor delicioso que agrada al paladar…pero esos son las mejores cosechas…Así son ellos, pero la excesiva edad, no nos da la suavidad que nosotros buscamos, sino que no realmente no se puede beber”

Su elaboración era en ánforas, no en barricas de madera, hecho que producía una oxidación importante en el vino, de ahí su característico color oscuro. Algunas veces para acelerar su crianza, se dejaba a la intemperie en jarras de barro durante un periodo largo de tiempo para que el sol disminuyera su contenido alcohólico (quizás unos 30 grados) y su aspereza.

Otra de las peculiaridades era la calidad y exquisitez que le proporcionaban los años de crianza. Así pues, sabemos que esta zona de Italia aparece nombrada por Varrón, Antigüedades humanas, XI según nos ha transmitido Macrobio, Saturnalia, III, 16, 13 como el lugar que producía alimentos de gran valor: “lo atestigua Marco Varrón quien al enumerar cuáles eran los mejores alimentos de Italia y en qué regiones se producían dijo:”los mejores productos de cada región son: el trigo de Campania, el vino de Falerno, el aceite de Casino, los higos de Túsculo, la miel de Tarento y el pescado del Tíber”

También Estrabón, en su Geografía, V, 4, 3 habla de esta región:Es Campania, además, donde los romanos consiguen sus mejores vinos, el vino de Falerno.”
A veces su gran valor no cura las dolencias del alma como bien nos cuenta Horacio, Odas, III, 1:”Pues si para endulzar el dolor, no valen ni el mármol de Frigia ni el uso de vestidos de púrpura más resplandecientes que los astros, ni la viña de Falerno ni el perfume de Persia, ¿por qué atraer la envidia, elevando muy alto con la nueva moda las puertas de mi atrio? ¿Por qué cambiar mi valle de la Sabina por riquezas más agobiantes?”
También Ateneo, I, 33, a-b  comenta la calidad de este vino y las consecuencias de su alto contenido alcohólico: “Los más ricos vinos son el albano de Italia y el falerno, que como ha envejecido y tiene mucho tiempo, es como una droga y adormece muy rápidamente”

En el mismo sentido hablan Persio, Sátira I: “¡Y seguimos roncando todo el tiempo que sea necesario para dormir la pesada borrachera de Falerno mientras la sombra del reloj de sol roza ya la quinta división!”;  Horacio, Odas, II, 11, 19: “¿Por qué no, tumbado bajo este elevado plátano, bajo este excelso pino, sin más preocupaciones y en tanto que aún podamos, no coronar nuestros plateados cabellos con olorosas rosas, y con nardos asirios perfumados, beber? El vino disipa las roedoras cuitas. ¿Qué muchacho será el más ágil para extinguir en las copas el ardor de Falerno con esta fresca corriente?  Y Tibulo, II, 1, 27-28 que menciona el peligro de embriaguez:”Saca el viejo Falerno de la gris oscuridad y rompe el sello de la botella. Estás en desgracia, pues ¿quién llegará a casa sobrio desde el día de la celebración o encontrará su puerta sin volver sobre sus pasos?”

También en Horacio, Epístolas, I, 14, 34 podemos observar:”desde media mañana estaba achispado de claro Falerno”

Por el contrario, Marcial, II, 78 no entiende cómo se puede despreciar un vino de tal calidad: “No te placen, Bético, ni los salmonetes ni los tordos; tampoco la liebre o el jabalí son de tu gusto; haces ascos de los panecillos y de los pasteles, y Libia y Fasis no envían sus aves precisamente para ti. En cambio devoras alcaparras y cebollas nadando en nauseabunda salmuera y el magro de un dudoso pernil; te encantan los arenques y el escabeche de atún con su piel blanca; bebes vinos resinosos y despreciaste el Falerno. Me sospecho que tu estómago debe tener no sé qué vicio secreto. ¿Pues cómo se comprende que comas carroña?”

Presentaba un gran aroma, Juvenal, Sátira VI: “Mientras tanto los míseros convidados se consumen de hambre y de sueño. Al final ella acude, encendido su rostro. Está tan sedienta que vaciará enteramente el enóforo colocado a sus pies, y que contiene una jarra íntegra. Más tarde, cuando se ponga a cenar, beberá un segundo sextario. Después que lo haya vomitado, y habiéndole desembarazado el estómago, vaya a parar al suelo, se le abrirá un hambre devoradora. Ríos de vino se escurren por los mármoles, y la bandeja dorada despide perfume de Falerno, pues ella bebe y vomita (...). El esposo se marea y cierra sus ojos para contener la bilis”.

Sobre su fuerza, otra de sus singularidades, leemos estas referencias en los autores clásicos:
Horacio, Odas, I, 27: ¿Queréis que yo participe también en las libaciones del áspero Falerno?”

Catulo, Carmina, XXVII, 1:”Muchacho escanciador del añejo falerno, sírveme copas de vino más fuerte, como manda la ley de la reina Postumia, más cargada que los cargados hollejos. Y vosotras, marchad de aquí a donde os plazca, aguas claras, perdición del vino; emigrad junto a los serios: aquí hay tioniano puro”.

Esta semana nos hemos centrado en su etimología y características, la próxima entrega versará sobre los tipos y sus usos.

Plurimam salutem!

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