domingo, 17 de diciembre de 2017

IO SATVRNALIA!!!



UN AÑO MÁS  DE RE COQVINARIA 

OS DESEA

UNAS

FELICES FIESTAS  



LOS MEJORES

PARA EL PRÓXIMO AÑO


FELIZ MMXVIII

Plurimam salutem!

domingo, 3 de diciembre de 2017

DIETA Y SALUD IV

En la entrada anterior vimos las enfermedades de las clases altas y en esta ocasión hablaremos de los problemas de salud de las personas sin recursos.

POR FALTA DE ALIMENTOS E HIGIENE
CLASES BAJAS


DESNUTRICIÓN Y ANEMIA


Se sabe por estudios de esqueletos que los esclavos de las casas ricas, los soldados o los gladiadores no sufrían carencias alimentarias importantes, no comían igual que las clases altas, pero no padecían desnutrición pues consumían las calorías y alimentos necesarios.
El problema era principalmente para los pobres o mendigos, pero en general para todos en momentos de carestía tras conflictos bélicos o malas cosechas.



Artemidoro, Interpretación de los sueños, II, 9 define de esta manera a los pobres: "Los pobres son como los lugares míseros y oscuros en que se echa la porquería y otros desperdicios y demás cosas sin importancia"



Marcial,   Epigrama, XII, 32, 25 describe la vida triste de un mendigo: “¡Oh vergüenza de las calendas de Julio! He visto, Vacerra, tus trastos, los he visto. Los que han quedado sin embargar por el alquiler de dos años los llevaba a cuestas tu mujer, una pelirroja con siete crenchas, y tu encanecida madre con la gorda de tu hermana. Unas Furias las creí, salidas de la noche de Dite. Con ellas delante, seco por el frío y por el hambre y más pálido que un boj nada reciente, un Iro de tus tiempos, tú las seguías. Creería uno que se mudaba la cuesta de Aricia. Iba un camastro de tres patas, una mesa de dos y, junto con una lucerna y una cratera de cornejo, un orinal roto goteaba por el lado recortado. A un brasero con cardenillo lo sostenía el cuello de un ánfora; que había tenido arenques o menas incomibles lo manifestaba el olor hediondo de una orza, como difícilmente llega a ser el tufo de una piscifactoría marina. Y no faltaba un cuarto de queso de Tolosa ni una corona de cuatro años de negro poleo y ristras peladas de sus ajos y cebollas, ni la olla de tu madre llena de la resina repugnante con que se depilan las esposas sumemianas. ¿Por qué buscas casas de lujo y te ríes de los caseros, pudiendo, oh Vacerra, alojarte de balde? Esta pompa de tus trastos es la que corresponde a un puente”


Se cree que los problemas de desnutrición y de anemia los padecerían los pobres, los mendigos, las mujeres y los niños sin recursos que vivían al día y que se alimentaban de los restos encontrados en las basuras de las proximidades de los mercados o de las limosnas. 

Era famosa a unos 30 km de Roma una cuesta llamada Aricia en la que se los mendigos pedían limosna a los viajeros de la vía Apia: "Creería uno que se mudaba la cuesta de Aricia"  (Epigrama, XII, 32, 25)



Sobre este asunto podemos leer en Marcial: "el último entre los mendicantes de voz ronca, vaya pidiendo los mendrugos de pan duro que se echan a los perros" (Epigrama, X, 5, 5)

Una manera atestiguada de mantener apaciguados a los ciudadanos  era el reparto de la Annona civica, consistente en entregar raciones de trigo, pan, aceite, etc. a las clases menos favorecidas, ya por cuestiones caritativas ya por cuestiones políticas.         



El pan entregado solía ser de menor calidad que el vendido. Para controlar el reparto se podía hacer entrega al beneficiario de una tessera o tablilla donde se inscribía el lugar de distribución e incluso se redactaron edictos con las penas impuestas a aquellos que abusaban de estas distribuciones gratuitas. 



PARÁSITOS INTESTINALES


Debido a la falta de higiene y problemas de conservación de los alimentos, en algunos mercados era frecuente la contaminación de los mismos al estar expuestos sin ningún tipo de precaución, con la consecuente enfermedad, como por ejemplo los parásitos intestinales, los gusanos o las tenias.




Si revisamos las fuentes clásicas son muchos los remedios que encontramos para este problema lo que nos hace pensar que era muy usual.

Dioscórides nos ha transmitido un gran número de remedios: aceite de oliva, de ricino, ajo, altramuz, cardamomo, cilantro, cortezas de granada, helecho, hisopo, manzanas dulces, mirra, moral, nogal, orégano, ruda, tomillo, siempreviva, vino de ajenjo o de cedria.

Veamos la receta del vino de ajenjo según Dioscórides, 5, 39: “El vino de ajenjo se prepara de variadas maneras. Unos, mezclan con 48 sextarios , [un ánfora italiana] una libra de ajenjo del Ponto, lo cuecen hasta que quede la tercera parte; luego, tras verter encima 90 sextarios de vinagre y mezclar con él cuidadosamente media libra de ajenjo, trasvasan la mezcla; y tras filtrarlo una vez se haya asentado, lo almacenan. Otros echan a un ánfora una mina de ajenjo o lo ponen en remojo en una metreta de mosto durante tres meses, tras majarlo y atarlo en un paño ralo durante dos meses.{2} Otros toman 3 onzas de ajenjo –algunos 4– y 2 onzas de cada uno de estos productos: nardo de Siria, canela de Ceilán, canela de China, cálamo aromático, esquenanto, palmera; después de majar la mezcla en un mortero, la echan en una metreta de mosto, que tapan y dejan en reposo durante dos meses [o tres]. Luego, una vez colado y trasvasado, lo almacenan. Otros echan en una metreta de mosto 14 dracmas de nardo céltico y 40 dracmas de ajenjo, . {3} Otros echan en 20 sextarios de mosto 1 libra de ajenjo y 2 onzas de resina seca de pino y después de 10 días lo cuelan y lo almacenan. Es estomacal, diurético, útil para los que padecen del hígado, del riñón, para los que sufren ictericia, y para los de digestión pesada, para los faltos de apetito aquejados de males estomacales, contra la dilatación duradera de los hipocondrios, flatulencias, lombrices redondas, menstruaciones retenidas. Bebido en gran cantidad y seguidamente vomitado va bien contra la ingestión de ajonjera”

Cerramos con esta entrada el paseo por la salud y la dieta recordando las palabras de Hipócrates:

 "Nadie hubiera investigado sobre el arte de la medicina, si las mismas dietas hubiesen sido adecuadas para los enfermos y para los sanos. […]

Plurimam salutem!!

domingo, 19 de noviembre de 2017

DIETA Y SALUD III

Nos adentramos en una nueva entrega sobre dieta y salud en el mundo antiguo.



En esta ocasión veremos ¿qué enfermedades están atestiguadas en las fuentes clásicas como consecuencia de una dieta no equilibrada?

A estas alturas nos queda claro que la dieta y el ejercicio son de alguna manera las responsables de la salud, así nos lo dijo Galeno, De sanitate tuenda, 6: "El arte higiénico promete mantener en buena salud a aquellos que lo obedecen, pero no así a aquellos que no lo hacen"

Comentar también que la clase social marcaba el tipo de alimentación consumida. Por regla general el romano antiguo se alimentaba en su mayoría de cereales, verduras, legumbres, fruta, huevos, aceite de oliva y vino, dejando la carne y el pescado para las personas con mayor adquisición económica.

ENFERMEDADES POR EXCESO Y ABUSO 
ÉLITE

OBESIDAD

Los médicos antiguos consideraban la obesidad peligrosa para la salud, e incluso sabemos que Galeno acuñó el término de “polisarkia” a la obesidad mórbida o inmoderada de la que habla en su obra De sanitate tuenda, diferenciándola de la gordura moderada que define como la "natural".

Así pues, en su obra Adhortatio ad artes addiscendas, apela a la moderación:"Hay que seguir lo que decía Hipócrates, que proponía una dieta sana: ejercicios, alimentos, bebidas, sueño, placer sexual, todo con moderación"

Ya Séneca en sus Cartas a Lucilio, 15. 95.15-17 critica la glotonería que incita a la falta de moderación y conlleva problemas de salud: “Desde que, en lugar de apaciguar el hambre, no se ha buscado más que soliviantarla, desde que se han inventado mil condimentos para excitar la glotonería, lo que era alimento para el estómago con apetito se ha convertido en un fardo para el estómago lleno. Desde entonces las miserias se suceden: tez agrisada, convulsión de los nervios impregnados de vino, delgadez de dispéptico, más lamentable que la delgadez del hambriento; andar inseguro y trabucante, continuos bamboleos como en un acceso de embriaguez; serosidades infiltrándose por todas partes bajo la piel, hinchazón de una barriga en la que han parecido viciosos pliegues por absorber más de lo que puede contener; derrames de ictericia, mala pigmentación del rostro; supuración de podredumbre en el interior, dedos nudosos, encogidos, sistema nervioso embotado, aflojado; inercia o palpitación de organismos continuamente sobreexcitados. ¿Hablaré también de los vértigos? ¿Hablaré de los dolores atroces de la vista y el oído, de las punzadas de migraña que ponen la cabeza ardiendo, de las ulceraciones que aparecen en todos los órganos excretores? ¿Y qué decir de esas fiebres de formas innumerables, que tan pronto se desencadenan en un repentino ataque, tan pronto se insinúan de una manera lenta, tan pronto se presentan acompañadas de estremecimientos y convulsiones espasmódicas?”


A todos estos problemas Hipócrates, Aforismos, 44 añade: “Los que son excesivamente gordos por naturaleza están más expuestos que los delgados a una muerte repentina”

Aforismos, 46: “Las que no conciben por estar excesivamente gordas tienen un redaño que comprime la boca de la matriz, y no quedan embarazadas antes de haber adelgazado”

Gracias a Suetonio podemos saber que algunos de los emperadores romanos sufrían de obesidad.

Suetonio, Calígula, L: “Era Calígula de elevada estatura, pálido y grueso; tenía las piernas y el cuello muy delgados, los ojos hundidos, deprimidas las sienes; la frente ancha y abultada, escasos cabellos, con la parte superior de la cabeza enteramente calva y el cuerpo muy velludo. […] No estaba sano de cuerpo ni de espíritu: atacado de epilepsia desde sus primeros años, no dejó por ello de mostrar ardor en el trabajo desde la adolescencia, aunque padeciendo síncopes repentinos que le privaban de fuerza para moverse y estar en pie, y de los que se recuperaba con dificultad”

Suetonio, Nerón: LXVIII: “Era grueso y robusto, y su estatura mayor que la ordinaria, ancho de hombros y de pecho, apuesto y bien proporcionado”

Suetonio, Galba, III su nomen podría venir del galo: “Seria prolijo enumerar aquí todos los honores otorgados a sus mayores, y me limitaré a decir algo acerca de su familia. No se sabe quién fue el primero de los Sulpicios que llevó el nombre de Galba y con qué motivo. Según unos fue por haber incendiado con antorchas embadurnadas de gálbano una ciudad de España que había resistido un largo sitio; según otros, porque en una enfermedad crónica utilizó a menudo el gálbeo, que se aplicaba ordinariamente envuelto en lana; dicen otros que, porque era muy grueso, lo que se expresa en galo con la palabra galba; y otros, en fin, que, porque siendo por el contrario muy delgado, se le comparó a los gusanillos que nacen en la encina y a los que llaman galbae” 

Suetonio, Tito Flavio, III: “Así en lo físico como en lo espiritual, las mejores cualidades le adornaron desde su infancia; cualidades que se desarrollaron más y más con la edad. Tenía, en efecto, hermoso exterior, que revelaba tanta gracia como dignidad, aunque no era muy alto y tenía el vientre algo grueso; poesía una fuerza extraordinaria, admirable memoria, singular aptitud para todos los trabajos de la guerra y de la paz, rara destreza en el manejo de las armas, siendo, a la vez, un consumado jinete”

Suetonio, Claudio, XLI comenta que podían surgir algunos problemas risorios: “Comenzó ante un nutrido auditorio la lectura de su trabajo, pero él mismo hizo perder el interés, y fue del siguiente modo. Cuando empezó a recitar, un espectador muy grueso rompió el banco en que se sentaba, estallando en risas toda la asamblea. Se procuró en vano restablecer el silencio; pero ni el propio Claudio podía contener la risa, que le asaltaba a cada instante por el recuerdo, y de esta manera se generalizaba la hilaridad”

Celso, De medicina I, 3 propone ciertos consejos para adelgazar: “ El cuerpo se adelgaza: con agua caliente si se baña en ella y especialmente si es salada; con un baño con el estómago vacío, exponiéndose a un sol ardiente, o con calor de otro tipo, por la preocupación, estando despierto hasta tarde por las noches, con el sueño indebidamente corto o demasiado largo, con una cama dura durante todo el verano, correr o caminar mucho o cualquier ejercicio violento, con un vómito, con purgación, con comidas agrias y duras, con una sola comida al día; con la costumbre de beber vino no demasiado frío con el estómago vacío”


Al igual que Galeno, De sanitate tuenda, 6 que recomienda mucho ejercicio y una dieta sensata: “He logrado adelgazar a un paciente obeso en un tiempo breve aconsejándole que corriera velozmente […]. Tras el ejercicio, [...] le di abundante comida poco nutritiva a fin de matar el hambre y de que se distribuyera poco en el cuerpo entero” 

GOTA

Antiguamente a la gota se la llamó podagra, del griego podos: pie y agreos: atacar, por la rapidez en la que se “agarraba al pie”.

Era una enfermedad tan frecuente que algunos autores les dedicaron algunos de sus escritos. Así Luciano tiene un epigrama, 44, Podagra en el que deja claro que se trata de una enfermedad que se ceba con los ricos:

"Diosa que odias a los mendigos, la única que sojuzgas la riqueza.
tú, que conoces por doquier la buena vida;
si te alegras también de posarte en pies ajenos,
sabes empuñar el arma y te interesan los perfumes;
también te agradan las coronas y la bebida del ausonio Baco.
Eso entre mendigos jamás se encuentra:
por ello ahora huyes del umbral sin bronce de la pobreza
y te agrada ir, de nuevo, a los pies de la riqueza"

También en la Antología Palatina XI, 414 leemos sobre ella: “De Afrodita y de Baco, que afloja los miembros, es hija también la podagra, que destroza los miembros”

Las fuentes clásicas consideran que su origen se encontraría en el estilo de vida, pues en general se asociaba a la élite por el abuso y la falta de moderación en la mesa, así Hipócrates la denominaba la “artritis de los ricos”.

Galeno añade que también podría tener un origen hereditario, aunque en sus escritos deja claro que se trataba da un “humor pecaminoso” producido por el abuso de comida y bebida.

Hipócrates, Predicciones II, 8 habla sobre el tema: “De los que padecen podagra, lo que sigue: quienes, siendo viejos, tienen concreciones en torno a las articulaciones, o bien llevan una vida indolente, con el intestino estreñido, todos ellos están en situación imposible de curar por la ciencia humana, en cuanto mi conocimiento alcanza. A estos los cura, sobre todo, la disentería, en caso de que sobrevenga, pero también son muy beneficiosos otros procesos de desaparición por licuación que tienden hacia las regiones inferiores.

El que es joven y no tiene aún concreciones alrededor de las articulaciones, cuida de su forma de vida, es amante del trabajo, y tiene un intestino apto para someterse a un modo de vida y de alimentación, éste desde luego podría sanar, si, por suerte, se encontrara con un médico que tenga buen juicio”

En su tratado Sobre las afecciones, 31 describe los síntomas: “La podagra es la más violenta de todas estas dolencias cuantas afectan a las articulaciones, la más larga, y la más difícil de rechazar. Y esta enfermedad se da cuando la sangre que hay en las venas pequeñas se corrompe bajo la acción de la bilis y de la flema. En tanto en cuanto esta enfermedad se da en las venillas más delgadas y que necesariamente hay por la mayor parte del cuerpo, y en los nervios y en muchos sólidos huesos, en esa medida es la más constante y la más difícil de rechazar. Es conveniente también para ésta lo mismo que para la artritis. Y también esta enfermedad es larga y penosa, pero no mortal. Si el dolor se queda en los dedos pulgares, cauterizar las venas del dedo un poco más arriba del nudillo, y cauterizar con lino crudo”




En sus Aforismos, da más datos sobre esta dolencia:

28. Los eunucos no padecen gota, ni se quedan calvos.

29. Una mujer no padece gota, de no ser que le haya desaparecido la menstruación.

30. Un muchacho no padece gota antes de haber tenido un coito.

49. Los achaques propios de la gota, tras producir inflamación, desaparecen en el plazo de cuarenta días.

55. Los achaques de gota se agudizan en primavera y otoño.

Celso recomienda una vida equilibrada, mucho ejercicio, una buena dieta y evitar la obesidad.

Más remedios para mitigar el dolor que producía nos los da Dioscórides. En su libro sobre las plantas recomienda el uso de la lenteja de agua, la acetabularia, la achicoria, la adormidera, las algas marinas, el álamo negro, el azufre, la calabaza, la cebada, la medusa, el nabo, la leche de mujer, el poleo, el vinagre, las uvas pasas, los excrementos, entre otros. Siempre a modo de cataplasma o purgantes.

Para Escribonio Largo, Preinscripciones, 162: “Cuando tu paciente tenga un ataque de gota, debes hacer que permanezca de pie a la orilla del mar, no en la parte seca de la playa, sino en el filo del agua, con los pies sobre una anguila negra eléctrica. Debería hacer esto hasta que se le entumezca el pie y la pierna hasta la altura de la rodilla”

Para método curioso el que nos indica Plinio, HN 28, 66, la orina humana: “Un remedio efectivo para la gota es la orina humana, como queda demostrado por el hecho de que los lavanderos no sufren de esta afección”

SATURNISMO


En el mundo romano en uso del plomo estaba vigente en su vida cotidiana: vasijas, utensilios, cañerías, maquillaje, escritos de maldición (defixiones), vino con virutas para hacerlo más dulce, etc. 



Este uso del plomo trajo como consecuencia el saturnismo que se manifiesta con dolores abdominales, anemias, trastornos mentales, hipertensión, problemas renales, cansancio,… se cree a su vez que algunos enfermos padecían de gota debido a la contaminación por el plomo.



Vitrubio en el libro VI es consciente de lo perjudicial del uso del plomo para conducir el agua: “el agua conducida por tubos de barro es mucho más salubre que la que llega por tubos de plomo, pues el plomo resulta más perjudicial ya que facilita la presencia de la cerusa que, según dicen, es nociva para el cuerpo humano. Si pues lo que genera el plomo es perjudicial, no cabe la menor duda de que también el plomo será nocivo. Podemos aportar el ejemplo de los que trabajan con plomo y observaremos que tienen la tez completamente pálida. Cuando se funde el plomo, el vapor que despide va penetrando por todos los miembros del cuerpo y va minando la energía de la sangre. En conclusión, no parece conveniente usar tuberías de plomo para conducir el agua, si queremos que sea salubre. La comida que consumimos cada día nos permite constatar que el agua tiene mejor gusto si se conduce por medio de tubos de barro, pues todo el mundo, aunque dispongan de mesas preparadas con vasos de plata, sin embargo utiliza recipientes de barro para conservar mejor el sabor y la pureza del agua”



Una de las principales causas del saturnismo era el uso de recipientes de plomo para hervir el vino y elaborar el defrutum y la sapa como leemos en Columela, XII, 19, 1: "Algunas personas cuecen el mosto que han echado en vasijas de plomo, hasta que disminuya la cuarta parte; otros hasta que disminuya la tercera; y no hay duda que si alguno lo cociere hasta que quede en la mitad hará una sapa mejor, y por lo mismo más útil para los usos a que se destina, de tal suerte, que aún puede servir en lugar de arrope al mosto de las viñas viejas"


O en Plinio, HN, XIV, 136. "También se debe hervir el mosto hervido y el mosto de vino nuevo cuando no hay luna, lo que significa que en la conjunción de ese planeta, y no en cualquier otro día, y además se deben usar jarras de plomo y no de cobre, y algunas nueces debe arrojarse al licor, ya que se dice que absorbe el humo"

En la próxima entrada hablaremos de las enfermedades de las clases bajas.
                                        
Plurimam salutem!!

domingo, 5 de noviembre de 2017

DIETA Y SALUD II


Hace unas semanas vimos las propiedades de los alimentos según Hipócrates, pero hay algunos alimentos en concreto de los que comenta sus contraindicaciones y cosas a tener en cuenta: 

“Características esenciales de los alimentos: el ajo produce gases, calor alrededor del tórax, pesadez de cabeza y náuseas, y si hubiese algún otro dolor habitual lo agudizaría. En cambio, es diurético, y esto es bueno. Es excelente tomarlo si se va a salir a beber o si se está ya borracho.

El queso produce gases, estreñimiento y fermentación de alimentos sólidos. Hace fermentar también lo que está crudo y sin digerir. Es muy perjudicial tomarlo al beber, cuando se está ya saciado de comida.



Todas las leguminosas son flatulentas, crudas, cocidas o tostadas, y muy poco, en cambio, puestas en remojo o verdes. No hay que tomarlas más que con cereales.



Cada una de ellas tiene sus propiedades negativas específicas: los garbanzos crudos o tostados producen flatulencia y molestias, las lentejas son astringentes y producen alteraciones si están con piel, los altramuces son los que menos propiedades negativas tienen.



El silfio y su jugo. Hay algunos a quienes va especialmente bien, pero, en los que no tienen costumbre, hace que el intestino no funcione, y aparece lo que se denomina cólera seca. Se produce, sobre todo, si se mezcla con queso abundante o con carne de vaca, pues por efecto de ésta las afecciones de la bilis negra se agudizarían.

La naturaleza de la carne de vaca es difícil de superar y no puede digerirla un estómago cualquiera; como mejor se pasa es si se toma cocida y muy hecha.

La carne de cabra tiene todos los factores negativos que hay en la de vaca: es más flatulenta y provoca eructos y bilis. La que tiene mejor olor es la más agradable.

La cocida y fría es la mejor; en cambio, es más desagradable, si tiene mal olor y está dura. La peor es la fresca. En verano es la mejor, y en otoño la peor.

La carne de lechón es nociva cuando no está suficientemente cocida o muy quemada, favorecería también los flujos de bilis y trastornos. La carne de cerdo es la mejor de todas: la más fuerte es la que no es ni muy grasa, ni muy delgada, ni la de una víctima vieja. Se debería comer sin piel y un poco fría” (Sobre la dieta en las enfermedades agudas, 45)

Hemos leído la importancia de una alimentación concreta según la estación del año, al igual que actualmente se recomienda el consumo de productos de temporada.

Hipócrates en Aforismos, 13 y ss nos cuenta: “En invierno y en primavera el vientre está muy frío por naturaleza, y el sueño es muy largo. Por consiguiente, en esas estaciones hay que dar más alimento. Efectivamente, el calor innato también es mucho, y, por tanto, se precisa más alimento. Como prueba, los jóvenes y los atletas.

Las dietas líquidas convienen a todos los que tienen fiebre, especialmente a los niños y a las demás personas que están acostumbradas a seguir tal dieta.

En verano y otoño es cuando peor soportan (los enfermos) la comida; en invierno, cuando mejor, y, en segundo lugar, en primavera.”

Celso, De medicina I, 3 sobre la estación de año también trata del mismo asunto: “La estación del año también merece consideración. En invierno conviene comer más y beber menos, un vino más fuerte, tomar mucho pan, carne preferentemente hervida, verduras con moderación; tomar una sola comida. Si la comida se toma al mediodía, es mejor que sea algo escasa, y que se seque, sin carne, y sin beber. …. Pero en primavera los alimentos se deben reducir un poco, la bebida debe ser de vino más diluido; más carne junto con verduras, pasando gradualmente de hervido a asado. En verano el cuerpo requiere tanto comida como bebida más a menudo, y por lo tanto es adecuado además tomar una comida al mediodía. En esa temporada tanto la carne como las verduras son las más apropiadas; vino debe diluirse mucho para que la sed pueda ser aliviada sin calentar el cuerpo; carne asada, comida fría o comida que se está enfriando. Pero al igual que la comida se toma con más frecuencia, por lo que debe haber menos cantidad. En otoño debido a los cambios en el clima hay más peligro. …. ahora se puede tomar un poco más de comida, menos cantidad de vino, pero más fuerte. Algunos piensan que la fruta del huerto es perjudicial, igual que la comida fría o comida que está enfriando. Pero al igual que la comida se toma con más frecuencia, debe haber menos de ella”

Así pues, algo importante en la dieta es evitar cambios bruscos de la dieta en nuestro día a día. Hipócrates en Sobre la dieta en enfermedades agudas, 28 y ss explica: “Pero, además, es fácil comprender que una dieta de comida y bebida de mala calidad y de poca variación es en sí misma siempre más segura para la salud, en términos generales, que si se cambia de repente a otras cosas. Y que tanto en los que suelen hacer dos comidas diarias, como en los que suelen hacer una, los cambios repentinos producen daño y debilidad.

También a quienes no tienen costumbre de comer a mediodía, si lo hiciesen, el cambio les produce al momento pesadez en todo el cuerpo, y los hace débiles, lentos y sin fuerzas. Y si añadiesen la comida de la tarde, se les produciría ardor de estómago. A algunos, incluso, les daría diarrea, porque, en contra de lo habitual, el intestino acostumbrado a tener intervalos de sequedad, a no llenarse dos veces y a no digerir alimentos dos veces, se encuentra cargado”


También Celso, De medicina I, 3 incide en esta idea: No es bueno comer demasiado después de un largo ayuno, ni ayunar después de comer en exceso. Y corre un riesgo que va en contra de su hábito si come inmoderadamente una o dos veces al día. A su vez, ni la ociosidad repentina después del trabajo excesivo, ni el trabajo repentino después de la ociosidad excesiva, es beneficioso. Por lo tanto, cuando un hombre desea hacer un cambio, debe habituarse poco a poco; de hecho cualquier trabajo es más fácil incluso para un niño o un anciano que para un adulto desacostumbrado”

También es muy importante cómo cocinar los alimentos para sacarles todo su mejor partido. Al respecto Hipócrates, Sobre la dieta, II, 56 y ss indica: “Todo lo que está pasado por el fuego y tostado es más astringente que lo crudo, porque el fuego le ha arrebatado la humedad, el zumo y lo grasiento. Así que cuando cae en el estómago, atrae hacia sí la humedad de la cavidad, y obtura los orificios de los conductos venosos, secando y calentando, de manera que contiene los desagües de la humedad. […] Las cosas dulces, picantes, saladas, amargas, ásperas y carnosas dan naturalmente calor, tanto las que son secas como las húmedas. […] Las sustancias ácidas, picantes, astringentes, ásperas, bastas, o secas, no llenan, porque dejan abiertos y limpian los orificios de los conductos venosos. Todos los alimentos frescos dan más vigor que los demás por esta razón, que están más cerca de lo vivo.

En cambio los viejos y pasados son más laxantes que los frescos, porque están más cerca de la corrupción. Los alimentos crudos provocan cólicos y eructos, porque aquello que debe efectuarse con ayuda del fuego, eso lo lleva a cabo el estómago, que es más débil que los alimentos ingeridos. Los platos que se preparan con salsas son ardientes y húmedos, porque tienen ingredientes grasos, cálidos, y con propiedades diversas unas de otras en un mismo guiso. Los preparados en salmuera o en vinagre son mejores y no ardientes”

Celso, De medicina I, 3 a todas estas ideas añade la importancia del ejercicio y los baños terapéuticos utilizados antes del consumir los alimentos. Como vemos, de nuevo, vemos el legado clásico en nuestras vidas: “Esta debe ser la regla para todos después de estar fatigado, antes de tomar la comida: primero caminar un poco, luego, si no hay baño a mano, someterse a la unción y la sudoración en un lugar cálido, ya sea en el sol; cuando hay un baño, primero debe sentarse en la habitación caliente, luego, después de descansar un rato, bajar a las tinas; después de ser ungido con aceite y suavemente frotado, vuelve a descender a la bañera; finalmente debe limpiar el rostro, primero con calor, luego con agua fría. Un baño muy caliente no se adapta a estos casos. 

Por lo tanto, si la fatiga excesiva casi equivale a una fiebre, basta con que se sienta en agua tibia, a la que se le puede agregar un poco de aceite en una habitación tibia; después su cuerpo entero, y especialmente las partes que han estado bajo el agua, deben ser frotadas suavemente con aceite al cual se han agregado un poco de vino y la sal batida. Hecho esto, cualquiera que haya sufrido fatiga está listo para el alimento, en particular el alimento de una consistencia fluida; él debe contentarse con agua para beber, o si el vino, ciertamente diluido"


Cómo actuar ante problemas intestinales. 

Se recomienda el ayuno del que Hipócrates en Aforismos, 13 y ss afirma: “Los ancianos son los que mejor soportan el ayuno; después, los de mediana edad; muy poco, los adolescentes, y, peor que todos, los niños, y, de entre ellos, los que resultan ser más vivaces de lo que les corresponde.
Los que están creciendo tienen muchísimo calor innato, por ello, necesitan muchísimo alimento, y si no, su cuerpo se consume. En cambio, los ancianos tienen poco calor; por eso, necesitan poco combustible, pues, con mucho, se apaga”

Sobre el uso de vómito cómo purgante, Celso, Sobre medicina, I, 3 dice: “También sucede que después de una cena de muchos servicios y de muchas bebidas de vino diluido, un vómito es incluso ventajoso; al día siguiente debe haber un descanso prolongado seguido de ejercicio con moderación. Si hay opresión debido a una persistencia de la fatiga, el agua y el vino se deben beber alternativamente, pero el baño rara vez se utiliza” […] Un vómito es más ventajoso en invierno que en verano, pues entonces se tiene más flema y más congestión en la cabeza. Es inapropiado para los finos y para los que tienen un estómago débil, pero adecuado para el pletórico, y todos los que se han vuelto biliosos, ya sea después de comer en exceso o digestión imperfecta. […]En consecuencia, permito que los vómitos no se practiquen por el lujo solo por razones de salud,… que nadie que quiera mantenerse bien y vivir hasta la vejez, debería convertirlo en un hábito diario. El que después de una comida quiere vomitar, si lo hace con facilidad primero debe tomar agua tibia por sí mismo; cuando hay más dificultad, se debe añadir un poco de sal o miel. Para provocar un vómito al levantarse por la mañana, primero debe beber miel o hisopo en el vino, o comer un rábano, y después de que beber agua tibia […] Después de un vómito, cuando el estómago está débil, debe tomarse un poco de alimento adecuado, y para beber, a menos que el vómito tres copas de agua fría. […] Después de eso, la siguiente comida debe ser ligera, consistente en pan de un día, vino puro sin diluir, carne asada, toda comida seca. Quienquiera que quiera provocar un vómito dos veces al mes, tendrá que hacerlo en dos días consecutivos, en lugar de una vez cada quince días, a menos que este intervalo más largo cause pesadez en el pecho”

Celso habla también sobre el uso de purgantes y enemas, Sobre medicina, I, 3: “Ahora bien, la defecación debe ser usada también como un medicamento, cuando los intestinos están pesados, con el resultado de que hay aumento de la flatulencia, mareo de la visión, dolores de cabeza y otras alteraciones en las partes superiores… El que quiere defecar debe en primer lugar hacer uso de la comida y el vino que lo promueva; entonces si estos tienen poco efecto, él debe tomar aloes. Pero los purgantes también, aunque son necesarios a veces, cuando se usan frecuentemente conllevan peligro; pues el cuerpo queda sujeto a la desnutrición, ya que un estado debilitado lo deja expuesto a enfermedades de todo tipo”

En la próxima entrada hablaremos de las enfermedades  producidas por el  ingerir demasiados alimentos  o por su escasez.


Plurimam salutem!




domingo, 22 de octubre de 2017

DIETA Y LA SALUD I

Como es bien sabido “somos lo que comemos” por lo que es necesaria una dieta equilibrada y sana si queremos tener una buena salud.  




En la antigüedad ya se pensaba que la salud y la alimentación iban de la mano. Así lo podemos leer en Galeno, Sobre las propiedades de los alimentos, 6. 609 K: 
Los médicos deberían tener por lo menos un conocimiento básico de cocina, puesto que cuando dos alimentos son iguales de saludables, el que mejor sabe es el más fácil de digerir”

Actualmente una de las dietas mejor consideradas es la dieta mediterránea  basada en el consumo de productos naturales como frutas, verduras, legumbres, cereales, aceite de oliva, huevos y más pescado que carne.

Una dieta muy beneficiosa para prevenir enfermedades cuya procedencia la encontramos ya en el mundo antiguo en su conocida Tríada Mediterránea.

Ya Hipócrates en sus Tratados habla extensamente de la dieta preventiva que cura a los enfermos y que fortalece a los sanos.

Sobre el origen de esta dieta equilibrada y preventiva, Hipócrates, Sobre la medicina antigua, 3 y ss comenta que la mala dieta obligó a los médicos a centrarse en buscar dietas mucho mejores
“A causa de una dieta fuerte y propia de animales, al tomar, crudas y no equilibradas, cosas que tenían grandes principios activos, los hombres padecían dolores, sufrimientos terribles y muertes fulminantes, como también hoy padecerían.
Por mi parte, como dije al principio, creo que nadie hubiera investigado sobre el arte de la medicina, si las mismas dietas hubiesen sido adecuadas para los enfermos y para los sanos. […]

¿Cuál era la dieta ideal en la antigüedad?

Según Hipócrates podríamos resumirla en:

-         No tomar todos la misma dieta, lo mejor es preinscribir un menú diferente para ancianos, atletas y  niños, pues todos tienen necesidades diferentes.

-     La dieta debe ser muy frugal y regular, sin cambios bruscos. Con alimentos naturales y acompañada de mucho ejercicio.

-        Cambiar la dieta según la estación del año, primavera, verano, otoño e invierno.

-        No abusar de los medicamentos. En su lugar, emplear sencillos remedios como tisanas, ayuno, purgantes, enemas,…

Según Celso en su libro Sobre medicina I, 2 la dieta debe consistir en la moderación
Al llegar a la comida, una exageración nunca es buena, la abstinencia excesiva no debe ser usada demasiado; si se comete alguna intemperancia, es más seguro beber que comer. Es mejor comenzar una comida con ensaladas y semejantes; y después comer  la carne, mejor asada o hervida. Todas las frutas en conserva son poco recomendadas por dos razones, porque se toma debido a su dulzura, e incluso se digiere con cierta dificultad. El postre no hace daño a un buen estómago, en un débil se vuelve amargo. Quienquiera que en este aspecto tenga muy poca fuerza, es mejor comer dátiles, manzanas y cosas semejantes al principio de la comida. Después de muchas bebidas que han excedido un poco las exigencias de la sed, no se debe comer nada; después de un exceso de alimentos no debe haber ningún esfuerzo. Cualquier persona que haya tenido una hartura de comida digiere más fácilmente si concluye la comida con un trago de agua fría, y después de mantenerse despierto durante un tiempo tiene un sueño profundo. Cuando se toma una comida completa  al mediodía, después no debe haber exposición al frío, el calor o la fatiga, pues no dañan el cuerpo tan fácilmente cuando está vacío como cuando está lleno”


A su vez, Celso, De medicina I, 3 aconseja no comer en exceso cuando una persona es adulta: “En cuanto a lo que se refiere a la edad: los de mediana edad sostienen el hambre con mayor facilidad, menos los jóvenes, y menos aún los niños y los ancianos […] uno que está creciendo lo necesita más”






Veamos qué nos recomiendan las fuentes clásicas para mejorar nuestra dieta. Comencemos por las propiedades de los alimentos.


Hipócrates en su tratado Sobre la dieta, II, 39 y ss enumera un gran número de alimentos según sus características: 

“De alimentos y bebidas hay que distinguir la cualidad fundamental de cada uno, sea natural o bien artificial, de esta manera siguiente. Todos cuantos han intentado expresarse de modo general acerca de la cualidad básica de las cosas dulces o saladas o grasas o sobre alguna otra sustancia del mismo tipo, no andan bien informados. Porque no tienen la misma cualidad unas que otras todas las cosas dulces, ni las grasientas, ni ninguna de las demás por el estilo. Pues muchas cosas dulces son laxantes, y otras son astringentes, unas desecan y otras humedecen. De igual modo sucede con todas las demás. Hay algunas que son astringentes y otras laxantes, unas son diuréticas y otras nada de eso.
De igual modo sucede con las cosas que rescaldan y las demás semejantes: tiene una cualidad y otra tiene otra. Así que no es posible acerca de todas en conjunto demostrar que son de tal o cual manera. De cada una en particular yo enseñaré la cualidad que posee.

CEREALES

La cebada es por naturaleza algo frío y húmedo, y deseca. Contiene también algo purgativo procedente del jugo de la cáscara. La prueba es que si quieres hervir los granos de cebada sin mondar, el zumo resulta fuertemente purgativo. En cambio, si la mondas, (el zumo) es, más bien, refrescante y astringente. Pero cuando la tuestas, lo húmedo y purgativo desaparece por efecto del fuego, y lo restante es frío y seco.
En cuantas ocasiones haya que refrescar y desecar, la harina de cebada puede lograrlo así, usándola en cualquier tipo de masa. Tal es la efectividad que tiene el pan de cebada. Las harinas no bien cribadas dan menos alimento, pero son más laxantes. Las puras son más alimenticias y menos laxantes. El pan de harina amasado de antemano, humedecido, basto, resulta ligero, y es laxante y refresca. Refresca porque se humedeció con agua fría, es laxante porque se digiere pronto, y ligero porque una gran parte del alimento se separa y se expulsa con el aire respirado. […]
Pero si te propones dar el pan de cebada apenas recién amasado, esa masa resulta astringente; ya que, al estar seca la harina y no habiéndose aún, impregnado de agua, al caer en el vientre atrae la humedad de éste, que está caliente. […] En cambio, un pan seco, de harinas bien molidas, no es tan astringente al estar muy condensado, pero da más alimento al cuerpo, ya que los conductos acogen el alimento que se disuelve tranquilamente. De modo que hace su recorrido lentamente, pero sin producir gases ni eructos. El pan de cebada bien molido, amasado con anterioridad, alimenta menos, es más laxante y produce más gases.

El ciceón hecho con harinas de cebada sólo con agua enfría y alimenta, y con vino alimenta, calienta y es astringente; con miel calienta menos y alimenta, y es más laxante, siempre que la miel no sea pura; en ese caso, es astringente. Con leche, todos los ciceones son alimenticios, pero si la leche es de vaca es astringente, y si es de cabra más bien laxante, mientras que el de leche de oveja lo es menos, y resulta más laxante con leche de yegua o de burra.

Los trigos son más fuertes y más alimenticios que las cebadas, pero menos laxantes, y lo mismo su jugo. El pan basto reseca y es laxante, el blanco alimenta más, pero es menos laxante. Entre los tipos de panes el que tiene levadura es ligero y laxante; ligero, porque la humedad la consume el ácido de la levadura, a la que sirve de alimento; y es laxante porque pronto es digerido.

El pan sin levadura (ácimo) es menos laxante y más nutritivo.
El que está amasado con su zumo es muy ligero, pero suficientemente nutritivo, y resulta laxante. Alimenta porque es blanco, pero es ligero porque está amasado con una sustancia muy ligera y tiene de ella su levadura y está cocido al fuego. Resulta laxante porque lo suave y laxante del trigo se le mantiene agregado.
En cuanto a los panes mismos, los más nutritivos son los más grandes, porque su humedad queda menos consumida por el fuego. Y los horneados son más nutritivos que los cocidos sobre el hogar o con un asador, ya que están menos abrasados por el fuego. Los cocidos en el clíbano bajo las cenizas son los más secos; los segundos por la ceniza, los otros a causa del barro cocido que absorbe la humedad. Los hechos con la flor de la harina son los más fuertes de todos ellos, y aún más los de la flor del grano, y son muy nutritivos, si bien no son igualmente laxantes.[…]

La espelta es más ligera que el trigo, y los derivados de ella son parecidos a los del trigo, pero más laxantes. La avena humedece y refresca, tanto si se come como si se bebe en un caldo. Las harinas de cebada y de trigo recién cocidas son más secas que las viejas, por estar más cercanas al fuego y a la preparación. […] Las habas son algo sustancioso, pesado y flatulento.[…] Los guisantes dan menos gases, y son más digestivos. […] Los garbanzos blancos son laxantes, diuréticos y nutritivos; su parte carnosa alimenta, la dulce es diurética, y la salada resulta laxante.

El mijo -en grano o en salvado- es seco y astringente. El mijo solo, hervido, es nutritivo, pero no se digiere fácilmente. Las lentejas producen calores y perturbaciones, sin ser laxantes ni astringentes. La arveja es pesada y fuerte; engorda y llena y da al hombre buen color. El grano del lino es nutritivo y astringente; y tiene algo de refrescante también. Las semillas de salvia tienen efectos muy parecidos.

La almorta es por naturaleza algo fuerte y cálido, pero mediante la preparación resulta más ligera y refrescante y es laxante. El jaramago humedece y es laxante. La semilla de pepino actúa más de diurético que de laxante.

El sésamo no lavado es laxante, llena y engorda; resulta laxante a causa de la cáscara externa, y llena y engorda por su parte carnosa. Lavado es menos laxante, pero llena y engorda más; y seca y abrasa a causa de su sustancia grasa y oleaginosa. El cártamo es laxante. La amapola es astringente, sobre todo la negra, pero también la blanca. Sin embargo, es nutritiva y fuerte. […]

CARNES

Acerca de los animales que comemos conviene hacer las siguientes precisiones. La carne de bovino es fuerte, astringente y de difícil digestión para el estómago, ya que este animal es de sangre densa y abundante. […] En cambio la leche de oveja es ligera e igualmente la sangre, y la carne por el estilo. La carne de cabra es más ligera que las anteriores y es más laxante. Las carnes de cerdo dan al cuerpo más fuerza que ésas, y son bastante laxantes, porque (el cerdo) tiene las venas finas y con poca sangre, y mucha carne. La carne de cordero es más ligera que la de oveja, y la de cabrito más que la de cabra, ya que son menos sangrientas y más húmedas. Porque incluso los animales que son secos y fuertes por naturaleza, cuando son tiernos, son laxantes, y cuando crecen lo son menos.
Y de igual modo las de ternera en relación con las de vaca. Pero las de cochinillo son más pesadas que las de cerdo, pues por naturaleza este animal es abundante en carne y de poca sangre, y tiene un exceso de humedad mientras es joven. […] Las carnes de asno son laxantes, y la de los asnillos aún más, y también las de los caballos, aún más ligeras. Las de perro resecan y calientan y dan vigor, pero no son laxantes. La de los cachorros humedece y es laxante y más diurética. La de jabalí reseca y da fuerza y es laxante. La de ciervo reseca, es menos laxante, y es más diurética. La de liebre es seca y astringente, y produce alguna orina. La de zorro es más húmeda, y también diurética. También la de erizo terrestre es diurética y humedece.


AVES

En cuanto a las aves, pasa lo siguiente. En general todas son más secas que las de los cuadrúpedos. […] . La más seca es la de la paloma torcaz, en segundo lugar la de la perdiz, y en tercero las de la paloma, la gallina y la tórtola. La más húmeda es la de la oca. Las que se nutren de granos son más secas que las otras. Las carnes de pato y de las demás aves que viven en los pantanos o sobre las aguas son todas húmedas.

PESCADOS

 De los pescados los más secos son éstos: la escorpena, el «dragón., el e l salmonete, el glauco, la perca, el sábalo. Los peces de roca son casi todos ligeros, como, p. ej., el tordo marino, el merlo, el gobio, y el «elefitis». Estos peces son más ligeros que los que son viajeros, porque al estar tranquilos presentan una carne suave y ligera. En cambio, los que van errantes y batidos por las olas, fortalecidos por el esfuerzo, tienen una carne más firme y pesada. Rayas, angelotes, platijas y los semejantes son ligeros. Cuantos tienen su alimento en lugares fangosos o pantanosos, como róbalos, mújoles, anguilas, esos peces son más pesados, porque encuentran su alimentación entre el agua fangosa y lo que crece en tales lugares, de donde incluso el aire respirado que un hombre inhala le daña y le abotarga.
Los peces de río y de laguna son aún más pesados que éstos. Los pulpos, las sepias y los de especie semejante  ni son ligeros, según parece, ni laxantes, y debilitan la vista; en cambio los caldos hechos con ellos son laxantes. En cuanto a los moluscos, por ejemplo, las ostras, perlas, lapas, púrpuras, bocinas, y ostras, su pulpa es astringente, mientras que su caldo es laxante. Los mejillones,  las pechinas, y las telinas son más laxantes que los anteriores, y lo son sobre todo las ortigas de mar. Los peces cartilaginosos hidratan y son laxantes.

Los huevos de erizos y el jugo de langosta son laxantes, como el «arkos», y también los cangrejos, sobre todo los de río, pero también los marinos, y son diuréticos.

Los pescados en salmuera hacen adelgazar y resecan.

Los grasos son en buena medida laxantes. […] De los pescados en salazón aquellos que son los más secos (de por sí) lo son también en salmuera.
[…] Son más secos los animales salvajes que los domésticos, y los que comen poco que los que comen mucho, los que comen heno más que los que comen hierba, los que comen frutos más que los que no los comen, los que beben poco más que los que beben mucho […]

HUEVOS

Los huevos de las aves son un alimento fuerte, nutritivo y flatulento. Fuerte, porque están muy cerca del origen de la vida; nutritivo, porque eso es la leche para el recién nacido, y flatulento, porque de un pequeño volumen se desarrollan enormemente.

LÁCTEOS

El queso es fuerte, ardiente, nutritivo y astringente. Fuerte, porque está muy cerca del origen de la vida; nutritivo, porque es el residuo sólido de la leche; ardiente, porque es graso  y astringente, por estar concentrado con zumo (de higuera)  y con cuajo.




BEBIDAS

El agua es fría y húmeda; el vino, caliente y seco, y tiene de su poso algo laxante además. De los vinos, los tintos y ásperos son más secos, y no son ni laxantes ni diuréticos ni expectorantes. Resecan por su calor, al consumir la humedad del cuerpo. Los tintos suaves son más húmedos, y producen gases y son más laxantes. Los tintos dulces son más húmedos y más débiles, y producen gases al introducir humedad. Los blancos ásperos calientan, pero no resecan, y son más diuréticos que laxantes. Los vinos jóvenes son más laxantes que los otros, por estar más cerca del mosto y son más nutritivos, y también los aromáticos más que los que no tienen aroma, por ser más maduros, y más los gruesos que los ligeros. […]  El mosto produce gases y causa perturbaciones y vacía la tripa. […]. Los vinos ácidos refrescan, adelgazan y humedecen. […] El vinagre es refrescante, porque gasta y consume la humedad que hay en el cuerpo, y es más astringente que laxante porque no es nutritivo y sí agrio. […]

MIEL

La miel pura calienta y seca, pero con agua humedece y es laxante para los biliosos, y es astringente para los flemáticos.

VERDURAS

En cuanto a las hortalizas sucede lo siguiente. El ajo es cálido y laxante y diurético, bueno para el cuerpo, dañino para los ojos. Porque, al efectuar una purga enorme del cuerpo, debilita la vista. Es laxante y diurético, a causa de sus efectos purgantes. Cocido es más suave que crudo. Produce gases por la retención del aire interno. La cebolla es buena para la vista, pero mala para el cuerpo, porque es cálida y ardiente y no es laxante. Pues no le da alimento al cuerpo ni le ayuda. Al calentarlo le seca por efecto de su jugo. El puerro caliente menos, y es diurético y laxante. Tiene también algo de purgativo; humedece y hace cesar la acidez de estómago. Hay que comerlo al final. El nabo humedece, disolviendo la flegma con su aspereza; pero las hojas en menor medida. […] Los berros caldean y disuelven la carne, […] La mostaza es cálida. También ella es laxante y produce dificultad en la orina. También el jaramago provoca efectos semejantes a esos. El coriandro es cálido y astringente, y calma los ardores de estómago, y si se come al final produce además sueño. La lechuga es más fría antes de que tenga su jugo; a veces causa debilidad en el cuerpo. El eneldo es cálido y astringente, y detiene los estornudos cuando se huele. El apio es más diurético que laxante; pero sus raíces son más laxantes que la planta misma. La albahaca es seca y astringente. La ruda es más diurética que laxante, y tiene algo coagulante, y si se bebe antes sirve de alivio contra las pócimas venenosas. El espárrago es seco y astringente. La salvia es seca y astringente. La hierba mora refresca e impide las poluciones nocturnas. La verdolaga fresca refresca, pero seca calienta. La ortiga purga. La calaminta calienta y purga. La menta calienta y es diurética y detiene los vómitos; y si uno la come a menudo, derrite el semen hasta producir pérdidas, e impide la erección y deja el cuerpo débil. La acedera, que calienta, es laxante. El armuelle es húmedo, sin embargo no es laxante. El bledo es cálido, no laxante. La col calienta, y es laxante, y evacua las sustancias biliosas. El zumo de acelgas es laxante, pero la planta es astringente; las raíces son más laxantes que las hojas de acelga. La calabaza calienta, humedece y es laxante, pero no es diurética. El nabo es ardiente, y humedece y perturba el cuerpo, pero no es laxante, y provoca disuria. El poleo calienta y es laxante. El orégano calienta, y evacua los humores biliosos. La ajedrea actúa de modo semejante.
El tomillo es cálido, es laxante y diurético, y evacua los humores flemáticos. El hisopo calienta y evacua los humores flemáticos.
Entre las hierbas salvajes, las que en la boca son cálidas y bienolientes, ésas calientan y son más diuréticas que laxantes. […] Las que son acres o ásperas son astringentes. Las que son picantes y de buen olor, son diuréticas. Las que son picantes y secas en la boca, resecan. […].

FRUTAS

En cuanto a la fruta pasa lo siguiente. […] La mora calienta, humedece y es laxante. Las peras maduras calientan, humedecen y son laxantes. Las duras son algo astringente. Las peras silvestres de invierno maduras son laxantes y limpian el vientre. Pero las verdes son algo astringente. Las manzanas dulces son difíciles de digerir; las ácidas maduras lo son menos. Los membrillos son astringentes y no laxantes. […] Las manzanas silvestres son astringentes; cocidas son más laxantes. […] Las serbas, los nísperos, los frutos de cornejo y los demás por el estilo son astringentes y bloquean la tripa.
El jugo de la granada dulce es laxante, y tiene algo ardiente. Las granadas vinosas son flatulentas, y las agrias son más refrescantes. […] Los pepinos crudos son cosa indigesta; los melones son diuréticos y laxantes, pero dan gases. Las uvas son cálidas y húmedas, y son laxantes, sobre todo las blancas. […] Las pasas son algo ardiente, pero son laxantes. Los higos verdes humedecen, son laxantes y dan calor. […]. Los higos secos son ardientes, pero son laxantes.

FRUTOS SECOS

Las almendras son un alimento ardiente, pero nutritivo. Las nueces redondas son semejantes. Las anchas, maduras, son nutritivas, y si están peladas son laxantes, y producen gases. […] Las bellotas de encina, de roble, y los hayucos son astringentes, crudos o tostados; cocidos, menos”

De momento hemos hecho un recorrido por la dieta ideal y las propiedades de los alimentos según los autores clásicos. En la siguiente entrega hablaremos de enfermedades relacionadas con la alimentación.


Plurimam salutem!!!

*IMÁGENES PROPIAS